El primer amor El viento mecía el sauce en mi jardín y éste, azotaba con sus ramas mi ventana, entonces me fugué como Serrat con un chico en bicicleta que pasaba, con el pelo enmarañado como aquel que a los quince, mis amores despertara. Y nos fuimos cogidos de la mano hasta el río, con toda la pandilla y en mitad del puente nos paramos para mirarnos en el agua desde arriba luego juntamos las palmas de las manos y medimos la suya con la mía. Sus manos eran grandes y fuertes al lado de la suya, ¡qué pequeña era la mía! Era alto, moreno y de ojos claros, su risa y su mirada me perdían, ¡Dios! Con qué fuerza latía mi corazón sólo con verlo a la vuelta de una esquina. Saqué del cajón de mi mesilla una caja de cartón ya medio rota y de la caja una nota amarillenta, que decía con letra muy borrosa: “te espero esta tarde en la esquina, no tardes que sólo tengo una hora.” Acaricié una piedrecilla gris redonda, arañada con nuestras iniciales junto a un posavasos manchado, de aquella antigua cafetería, donde testigos, un par de coca colas, me pusiste un beso en la mejilla. Después de él, hubo otros amores que le dieron cambios a mi vida. mas confieso que nunca y por nadie he sentido aquello, que por él sentía, y si alguna vez le veo casualmente, el corazón me da un brinco todavía. Han pasado tantos años desde entonces, cada cual ha formado su familia. nos casamos y tuvimos unos hijos y vivimos en dos ciudades distintas pero llevo su recuerdo tan marcado que durará tanto, como dure mi vida. marila |