PENÉLOPE
Penélope, sentada frente a la chimenea, teje sueños confeccionando un futuro. Mientras, de cuando en cuando, atiza el fuego para que no se apague, para mantener el calor y la llama siempre encendida. La lengua anaranjada unas veces y roja otras, le va dando consejos que ella no oye o no quiere escuchar. Sólo espera, siempre esperando mientras sigue tejiendo. Desde una mesa cercana, dispuesta para la cena, los platos la miran irónicamente con sus ojos blancos, huecos y vacíos. - Eres boba si crees que volverá, ¿cuánto hace que le esperas? Estamos cansados de acumular el polvo de tantas promesas para nada. - ¡Silencio! Nadie os ha preguntado. ¿Por qué queréis romper mi esperanza? - No quieren romper tu esperanza -interviene el jarrón con flores ya secas y marchitas del centro - sólo pretenden que no seas tan ingenua, que espabiles y afrontes la realidad. - ¿Y tú qué sabes? Me prometió que volvería y yo sé que volverá, volverá, volverá... estoy segura. Hace esfuerzos para que sus ojos no se inunden, (las lágrimas no la dejan ver bien) y tiene que seguir con su labor.
Unas
velas, casi consumidas, la increpan también con voz airada.
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