VERSOS LIBRES
y PROSA POÉTICA
(Marila)
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A LA DERIVA
Achicando penas de mi barca,
en noches de furtivas estrellas,
espero los nuevos arco iris
que maticen de colores mis días.
Mientras, recuento corales
que confundo con cantos rodados
del río que pasó turbulento
causándome profundas heridas.
¿Dónde estabas cuando te
llamaba
que
dejaste mi amor a la deriva?
Arriba
ESPERANDO QUE AMANEZCA
El fantasma de la soledad,
invade mis dominios impunemente,
crece, se multiplica,
pinta pavorosas figuras grises sobre fondos negros.
Le he suplicado a Morfeo que me acune en sus brazos,
mas, burlándose de mí,
se escapa a las alturas a contar estrellas
dejándome a merced de las alas gigantescas de la noche.
La máquina del tiempo martiriza mis oídos
con la horripilante canción de su engranaje.
Tic tac, tic tac,
tic tac.
Pongo entonces en marcha la moviola de mi vida,
como si al pasar una y otra vez la cinta de fracasos
fueran a cobrar nuevamente vida las rosas,
como si los capullos pudieran brotar sin espinas,
como si fueras capaz de atrapar un pasado
abigarrado de sueños,
sueños muertos sin apenas realidades.
El alma está hambrienta de caricias,
preñado el corazón de ilusiones y esperanzas
que pretendes disimular
con una vestimenta de sonrisa amplia.
Te despiertas a las realidades,
cuando la luz robada, clarea en tu ventana.
Quieres parir,
y no hay nadie para recoger lo engendrado.
Antes que salga el sol, percibes la verdad:
necesitas una mano que apriete la tuya.
Arriba
LA PIEL DE MIS SENTIMIENTOS
La piel de mis sentimientos
es de espuma y seda.
está empapada de sangre,
lágrimas,
de desconsuelos,
penas y llantos.
De los gritos desesperados
de los destrozados cuerpos
dormidos sobre la arena.
La seda está desgarrada
¿Con qué aguja se remiendan
los jirones en el alma?.
Uñas de acero,
garfios de prensa,
noticiarios,
fotos,
voces.
Heridas que cerrará el tiempo,
con sutura de esperanzas.
Rosas marchitas,
días sin sol,
sueños rotos,
bocas sin risas,
¿quién quitará las espinas,
a las flores deshojadas?.
Arriba
LAS CUATRO ESTACIONES
¿Sería el colorido primaveral?.
No lo sé.
Quizás fue el aroma de tu voz y tu mirada.
Te confieso:
tu abrazo caluroso y asfixiante del estío,
me hizo pensar.
Después maldito viento otoñal,
arrancaste hasta la última de mis hojas;
me dejaste desnuda, sola, seca.
Me quitaste hasta el yo,
para convertirme en nada.
El frío de aquel invierno largo,
heló hasta el último de mis sentimientos.
Y una tarde cualquiera,
me morí....para tí.
¿Por quién preguntas?
-No, ésa murió.
-Ésta es otra.
Arriba
Y DIJO ADIÓS
Y dijo adiós
Su voz aún siendo imperceptible,
estalló en mis oídos,
como el estruendo de un enfurecido mar,
que arremete sus tropas de oleajes,
con sus yelmos de crestas plateadas,
contra el imperturbable acantilado.
Abatida aún por el impacto recibido,
que ha roto mis muros de defensa
y ha dejado mis naves destrozadas,
he tomado el sendero que lleva hasta el olvido,
con el alma rota, ...pero el paso firme.
Me llevo bien guardada la lección,
tan duramente aprendida,
de saber que cuando alguien dice que te ama
y te asegura que nunca te hará daño,
más profunda será la herida que te cause,
y más dureza tendrá el golpe asestado.
Arriba
LIMPIANDO
EL ALMA.
He
tirado las rosas marchitas
y he sembrado
nuevas primaveras,
he borrado
nubes tormentosas
pintando arco
iris
del color de
la esperanza.
Abrí las
pestañas de mi ventana
e invité al
sol a desayunar conmigo.
Vacié las
tazas con posos añejos
y en el jarrón
de la ilusión puse
ramas de
olivo y de hierbabuena.
Aquella
caracola con tu susurro,
la he
devuelto al mar de mi olvido,
junto aquel
verso escrito a destiempo
que hablaba
de amores,
de besos y risas,
de soles y
cielos,
de flores y
mares
y que tenía tu
nombre
con sangre
grabado.
Sólo me
queda limpiar las telarañas
que aún
quedan colgando
en
los rincones de mi soledad.
Arriba
EL
VIOLÍN
Tus curvas me excitan, me atraen, me inspiran.
Apretándote en mi cuello te arropo entre mis brazos y siento tus
vibraciones respondiendo a las caricias de mis manos.
Un arco hace de mi sentir tu sentir.
Entre tú y yo sólo el cielo.
¡Te
tengo tan dentro de mi
y
yo en ti estoy tan íntimo!
No
necesito palabras para que me entiendas.
Haces
de mi risa tu allegro,
y
de
mis lágrimas tu llanto con ese lamento hondo y profundo.
Noches
repletas de caricias que llegan hasta las estrellas,
que
nos miran envidiosas porque saben
que
no somos nada el uno sin el otro,
que
tú y yo somos una sola piel.
El
aire suena dulce cuando nos fundimos en un gozo...
Arriba
SÍ, SIEMPRE SÍ
Hoy, el día nace herido, le
han robado el sol y la risa,
le han robado más flores.
Las fieras han hecho su aparición.
Dicen siempre que son
locos... ¡no!, no están locos:
son engendros demoníacos de panzas repletas de maldades,
y lenguas viperinas que expanden su veneno mortal,
su fuego injurioso; disfrazados con pieles de corderos,
se jactan de falsos derechos, arrancan y pisotean la flor
como si fuesen objetos de su propiedad.
Mañana el sol volverá
a salir, y olvidaremos las rosas esclavas
que viven de rodillas, humillando sus cabezas,
y a las que sólo se les permite pronunciar una palabra:
SÍ...
siempre sí.
¡Ay! de aquella que ose
decir NO
Arriba
YA NO VENDRÁ MÁS
Desde la ventana de la impaciencia
recuento horas inciertas de la noche.
Murciélagos con bocas
verdes
y risas irónicas,
vuelan en círculos
mientras clavan sus
burlones ojos en mi.
La madrugada misteriosa
extiende su manto etéreo
ocultando el guiño
titilante de las estrellas.
Entonces los pequeños gnomos
salen de sus setas de colores,
van en busca del hada,
pero el hada esta noche no ha salido,
se ha quedado tejiendo su cuarto creciente.
Ellos ríen,
me rodean y me gritan:
¡No vendrá, no vendrá nunca más!,
y yo, con los ojos de mar llenos,
he cerrado el libro de la esperanza,
y en el arcón donde guardo
mis tristes rosas,
recuerdos nostálgicos,
y heridas de olvidos;
he dejado mi surtido de caricias.
Y en el alba,
desde la ventana de la impaciencia
recuento las horas inciertas de la noche
que se mueren en mis labios.
Arriba
QUIZÁS
Quizás nunca has sentido
el galopar de caballos desbocados por tus venas,
ni has bailado el vals de las olas
en un mar de sentimientos.
Quizás nunca te has emborrachado
con la sangre de un atardecer cuando muere,
ni has oído el primer llanto del día que acaba de nacer.
Quizás jamás has mantenido una
conversación con las estrellas,
ni le has cantado una serenata a la dama-luna.
Quizás tampoco has escuchado la
canción de la fuente,
ni la risa alegre del riachuelo.
Nunca la rosa te confió un
secreto,
ni has gozado la caricia de la brisa,
ni oído el canto de las aves, muy temprano,
en las mañanas suaves de rocío.
Quizás vivamos en mundos
diferentes
y seamos piezas de distintos puzzles
que nunca podrán acoplarse para formar un cuadro.
Mejor sigamos cada
cual por su camino y,
si un día escuchas que una rosa
te dice muy bajito que te quiero,
entonces ven,
puede ser que estemos más cercanos,
y hasta es posible que lleguemos a entendernos.
Arriba
¿QUÉ
ME QUEDA DE TI?
He desmenuzado uno
a uno los motivos,
he mondado la piel de tus caricias,
y les he quitado el celofán a tus “te quieros”.
Tranquila, muy
tranquila,
me asomo a la ventana,
ya no flotan mis suspiros en el aire.
y entre las nubes,
casi no se perciben tus recuerdos.
la almohada, ya no huele a ti,
en el baño falta tu cepillo,
y el ropero se ha quedado holgado.
Me pregunto:
¿qué me queda de ti después de tanto tiempo?
doy la vuelta y miro alrededor
¿sabes qué me queda?
Nada, no me queda nada,
sólo menos años.
Tranquila, muy
tranquila,
he cerrado la ventana.
Arriba
CENIZAS
Remuevo
cenizas de la hoguera,
pero no queda ni una brizna encendida.
El viento entra, me mira titubeando.
Luego se acerca despacio, muy despacio
De repente, forma un remolino nebuloso
Las abraza, y se las lleva,
¿lejos? – no, no muy lejos
sin dejar de volar las arroja
sobre un campo de esperanzas.
Dentro, algo me quema todavía, lo noto,
siento su calor, su fuego:
son besos buscando unos labios receptores,
ternura guardada sin correspondencia,
suspiros que se ahogan prisioneros.
El sol ilumina generoso el rocío,
inunda de matices el futuro...
¡Pero yo veo el día tan gris!
¿Tendré
aún en los ojos, el humo de la hoguera?
Arriba
HOY NO DIGAS NADA
Hoy no me digas nada,
tengo el alma desnuda
hecha jirones
y me araña hasta
la brisa.
Hoy no me hables de miserias
y maldades,
de injusticias, desconsuelos y llantos,
porque mis ojos están a punto de
inundarse.
Háblame de cielos azules, de soles y
estrellas, de risas e ilusiones,
esta herida que llevo dentro, quisiera
olvidarla y no puedo,
¡que me duele!
Dime que me recuerdas aunque sea
mentira,
que has pensado un momento en mis
caricias,
que has visto mi rostro al cerrar los
ojos.
Hoy me ahogo en el mar de la
soledad,
lucho contra las olas desesperanzadas
que quieren hundirme febrilmente en la nada,
mientras las nubes pintan rostros
burlones,
que se mofan de mis ocultas tristezas,
¿o no los pintan y yo en mi angustia los veo?
Coge mi mano y apriétala,
Acércate, quiero sentir tu aliento,
necesito saber que aún respiro,
que continuo viva, y tú estás ahí.
Hoy, por favor, no digas nada.
Arriba
HOY
NO SÉ QUE DECIR
La pluma sobre la mesa se aburre,
bosteza cansada de esperar.
Me observa impaciente, mientras,
con la
mirada perdida en la nada, voy dejando pasar el tiempo.
Tengo un sin fin de ideas que van
surgiendo y se duermen allí en la coctelera, esperando pacientes que
alguien las traduzca.
Pero, el vocabulario ha tomado el último
tren de la tarde.
Hoy no es mi día, o los musos no han
venido,
o el cielo no es suficientemente azul, o la brisa no acaricia.
¡qué sé yo!
Las palabras no brotan espontáneas como
otras veces.
Se quedan atrapadas en no sé que
lugar.
Es como si una afasia las hubiera
borrado.
Dentro de mi pecho se amontonan,
se
atropellan por salir a la luz y me ahogan sin subir al cerebro.
¡Tengo tantas cosas que decir! Y sin
embargo,
hoy no sé cómo hacerlo, cómo expresarlas.
- ¿Qué te sucede? Me pregunta la
pluma mirándome confusa.
- Tú, a quien he puesto tantas
veces mi tinta para expresar tus sentimientos,
hoy pareces alelada.
Yo la miro distraída, ausente, y finjo
no enterarme de lo que me dice.
Pero ella insiste.
– Vamos, empieza de una vez.
La tomo entre mis dedos y apoyo mi mano
en el blanco folio.
Con grandes letra escribo:
Hoy no sé que decir.
Luego, miro
el folio, lo estrujo entre las manos y lo tiro a la papelera.
La pluma, desde la
mesa, me mira fijamente y vuelve a bostezar.
Decididamente hoy no
sé que decir.
Arriba
A
LA GUITARRA
Me
miras...
con
tu ojo negro, hueco, expectante.
Las caricias de mis manos,
te desnudan poco a poco,
el aire se
llena de orgasmos intensos,
solos tú y yo, hablando un mismo idioma,
solos tú y yo engendrando melodías.
Arriba
EL
RELOJ DE ARENA
Se deslizan
lentamente,
uno a
uno,
diminutos,
incontables.
Su
inexorable paso
va marcando
surcos en el rostro.
Debilita
estructuras milenarias,
opaca las
miradas
engendrando
silencios
que esculpen
distancias infinitas.
¡No! No mires hacia atrás,
ya ha
pasado, ya se hizo
como el
camino: ¡Andando!
(Sendas que
no pisarás más,
con sus
rosas, con sus espinas,
a golpes de
segundos).
La cuenta,
hasta el hoy,
es la que
hiere los pies
y sepulta
los sueños,
la que seca
pupilas
y encorva la
espalda
la que logra
apagar,
el fuego más
vivo.
Esa misma
que renovó la salvia,
sembró
campos de sonrisas
y puso color
a los días,
la misma que
cada noche
arrancó guiños
a las estrellas.
Para el
incierto mañana, quizás...
Quizás no
quede arena.
Arriba
EL
TROFEO
Se resquebrajan los cimientos
de las buenas voluntades, se fisuran las paredes de las esperanzas,
cuando tú con sonrisa placentera aprietas el gatillo de tu arma.
Te observo, y me olvido del
verbo perdonar. No se advierte en ti la menor duda, ni por un momento
reparas en esos ojos abiertos que, aún sin vida, siguen gritando:
quiero vivir.
Después, con sonrisa
triunfante, posas orgulloso al lado de tu trofeo.
¿Triunfador... de qué?
Copas de hiel, medallas de
sangre, que guardarás en la vitrina de tu conciencia.
Ése es el legado que dejarás
firmado con tu puño y letra.
Aún me extraña que no
cuelgues la cabeza de tu pieza en el centro de tu chimenea.
No me sirven las órdenes
recibidas, al menos para mí, no sirven. Tu cara dice mucho más, mucho
más que esas órdenes.
Mañana, pocos se acordarán;
el mundo pasa la hoja, y se inquieta por la clasificación de su equipo
favorito, pero tú, soldado, nos has robado la paz, el sueño y mil
sonrisas.
Y yo, al menos, no lo olvidaré, ni podré perdonarte.
mayo -
2004
Arriba
LA
VIDA SIGUE IGUAL
Instintivamente quito las legañas
a una noche sin sueños.
Al abrir la ventana el sol está
oculto tras un burka gris,
y de pronto, echo de menos los
buenos días de los pájaros,
mientras los árboles lloran
ocres hojas.
Dicen que el volcán ha
entrado en erupción
y que corre lava roja por los
jardines de un día que nació azul.
Unos momentos, y mis pies con
grilletes no saben dónde caminar
y mis manos llenas de
cristales caen desfallecidas.
¿Quién ha puesto amarras a
mi voz?
¿Quién ha roto mi mañana?
¿Quién ha robado las
estrellas?
¿Quién ha sembrado cizaña
en mi campo de esperanzas?
Quiero gritar y no puedo,
pero, aunque pudiera, ¿quién me entendería?
Miro el calendario con fechas
inciertas del mañana
que irán pasando poco a poco,
una a una, ¿o no pasarán?
El reloj se ha quedado quieto, mientras el segundero se esfuerza por seguir su marcha.
Cierro los ojos, incapaz de
pensar en nada, aprieto mis
manos en el cuello de la impotencia tratando
de ahogar la rabia.
El silencio envuelve mis horas.
Lentamente me voy levantando,
empiezo a caminar, respiro...
Pero algo se ha roto dentro.
La vida sigue igual, dicen.
¿Sigue igual? No, para muchos
no.
11
de marzo 2004
Arriba
¡BUEN
PROVECHO!
Dice el doctor
que mi úlcera estomacal, es debida a tomar alimentos fuertes y
con un alto contenido de sustancias nocivas para la salud, que
estos provocan a su vez, una difícil y lenta digestión, y como
consecuencia: noches de insomnio que me impiden el descanso. Después, a
la mañana siguiente, tengo que obligarme a luchar contra un agotamiento
diario que me imposibilita para cualquier actividad.
Me ha pedido
una lista de todo lo que habitualmente suelo ingerir cada día,
con el fin de, prohibir o aconsejar el cambio de alguno de estos
nutrimentos.
Mientras despejo las legañas
perezosas, el noticiario mañanero,
me sirve un copioso desayuno:
Tostada violenta del día,
untada con mermelada
sangrienta.
Un vaso de mala leche con
cacao de ensañamiento,
y que difícilmente se
disuelve.
No falta el zumo de impotencia
amargado con infinitas rabias.
El aperitivo, un surtido
variado
para “tragar” antes del
almuerzo:
llantos de niños, lágrimas
silenciosas, ojos de espanto...
Después:
Ensalada con productos de cada
día:
pateras destrozadas, muertes,
hambre,
dolor, miseria, y aliñado
todo con copiosas desesperaciones.
De segundo:
Cuerpos destrozados, pasados
por torturas
y cubiertos con crema de
mentiras políticas,
con guarnición de
corrupciones de cualquier tiempo.
Y de postre: tarta.
Tartas terroristas de variados
gustos,
traídas de cualquier parte
del mundo,
y recubiertas con víctimas
inocentes,
y en el centro, una horrible
guinda
de número estadístico,
siempre muy elevado.
Al atardecer, el estómago me
arde y aún no he podido digerir nada, así que, cuando llega la noche,
apenas puedo tomar más que un puré de injusticias, incongruencias y
sinrazones, que no hacen otra cosa que aumentar mis ansias de vomitar
todo lo ingerido, y que un día tras otro, preparan restaurantes de egoísmos
y ambiciones de poder, repletos de conservantes para que no caduquen
nunca.
Necesito una dieta de
sonrisas, cariños, perdones, caridad, tolerancia, humanidad,
generosidades a manos llenas, en un plato común para todos.
Y buen provecho.
Arriba
FORMATEAR
Siempre he querido hacer una
limpieza en el disco duro de mi mente.
Borrar de una pasada todos los
ficheros de mi memoria,
salvando previamente, la
carpeta de las ilusiones,
la de esos momentos escritos
con mayúsculas,
las direcciones de los lazos
que un día me ayudaron a flotar,
cuando todo se precipitaba en
aquel túnel negro donde me ahogaba
y al que nunca veía la
salida.
A la papelera también las
mentiras, los “te quieros” infectados de virus
destructivos, que me llenaban
los días de desilusiones y se cargaban la
imagen de mi buena voluntad
poniendo negra mi pantalla, para acabar
encontrando siempre el mismo
mensaje tan repetido:
El cariño que usted busca no
se encuentra, esa página no existe.
Era un programa desconocido el
que tú ejecutabas, y al que yo no tenía nunca acceso, no dispuse nunca
de tu pasword.
Tu sistema operativo era tan
diferente al mío, que no podías entender los
mensajes anhelantes que te
enviaba una y otra vez.
Y me quedaba sin poder entrar
en tu corazón, permanentemente cerrado.
Cada vez que reiniciaba mis
sentimientos, volvíamos a conectar, pero sólo funcionaba de momento,
poco después tu sistema se volvía inestable.
Y así esperando
actualizaciones que nunca llegaban, tu equipo se quedó
desfasado.
Hoy, después de formatear mi
disco y borrarte de mi lista, he instalado un
salvapantallas con paisajes
llenos de nueva vida.
Arriba
DUDAS
Madrugadas acunando preguntas.
Removiendo una y otra vez las
horas de las noches sin puertas con los días.
Siento como a las mariposas de
mis sueños se les quiebran las alas,
pierden sus colores y le
crecen colmillos afilados.
He decidido pisar fuerte, pero
me hieren los guijarros olvidados del camino.
¡Tengo la piel tan sensible
todavía!
Siempre preguntándome si
aquel monstruoso rostro, que tu pintabas con graffiti en todas las
paredes, era realmente el que yo tenía, y aquella cara que sólo yo veía
ante el espejo de la incomprendida, era una máscara.
Marcó el calendario una
fecha, y los platos se quedaron esperando.
Entonces me puse un
impermeable y abrí el paraguas para que nunca más, tus frases
me mojaran.
Encogiéndome de hombros,
decidí que lo más urgente ese día,
sería quitar las hojas secas
de mis rosas.
Y arranqué de una vez las
malas hierbas, que habían ido creciendo y creciendo a mí alrededor,
tanto, que no me dejaban ver el sol y atrapada en la maleza, apenas podía
respirar.
Hoy, me ha llamado la atención
una simple espina perdida, casi olvidada.
Suficiente para desencadenar
una tormenta de recuerdos, que me deja empapada, aterida, y confusa.
Otra noche más, en la que mi
techo se puebla de murciélagos.
Otra noche más preguntándole
al espejo.
Pero aún...
aún puedo permitirme el
privilegio de la duda.
Arriba
VACÍO
Vacío...
vacía
la mente que no encuentra la magia ni los azules,
vacías las manos por donde se escaparon
las letras sin abrazarse,
sin expresar el sentimiento de lo más
escondido del centro.
Vacío el vientre, incapaz de engendrar
y dar vida a nada.
Rocambolesco se muestra
el día a día, que va pasando estéril.
Las máscaras carnavalescas,
bufonas
figuras que se mofan de los
sueños,
mientras espero indecisa,
titubeante, incapaz de alzar el
vuelo hacia ese mundo irreal donde sólo
se puede llegar con la
fuerza de la mente.
Duele ese vacío que
araña las horas.
¿Qué vendaval cruzó y
arrasó mi huerto?
¿Quién borró las palabras?
¿Quién me cortó las alas?
¿Quién selló mis labios?
Arriba
ME QUIERE, NO ME QUIERE
Navega en un mar de dudas, una pregunta sin
repuesta.
Al anochecer, el viento, ese viento que siempre
trae y lleva secretos, subió hasta la luna para conversar con ella,
sobre asignaturas pendientes.
Mientras, yo esperaba con fingida indiferencia, que
los murciélagos que volaban alrededor, atraparan y tragasen las mentiras
de tu boca.
Aluvión de palabras incoherentes y confusas, que
espesan el aire hasta hacerlo opaco.
En el ángulo inferior izquierdo de un cuadro
hiperrealista, y casi oculto por el marco de una envejecida pátina
dorada, asomas tú.
Te reconozco, a pesar de tu careta y de ese disfraz
de amor con el que ocultas lo que simplemente es sexo.
Sobre un lecho de ruletas blancas, con ojos
amarillos e interminables hojas, siempre indecisas entre el SÍ y el No,
aguardo la llegada del alba.
Cuando aparece, me regala un día más y se despereza
indolente hasta hacerse luz.
Es entonces cuando se apresura a colocar cada cosa
en su lugar, antes que salga el sol.
Pero tú, siempre serás tú y estarás allí; y yo,
siempre seré yo y estaré aquí.
Jamás llegaremos los dos a ser uno mismo.
Las margaritas siguen su eterna canción:
me quiere,
no me quiere, me quiere, no me quiere, me quiere, no me quiere...
Arriba
ESTOY AQUÍ...
Me escapé tras aquella gaviota que surcaba los
mares hacia un rumbo desconocido.
Y me colé cual polizón, aprovechando
el murmullo de las olas.
¿Qué fuerza me llevó hasta ti…? No lo sé, pero aquí
estoy,
callada, no quiero alterar la quietud de tus soledades,
y me
acerco despacio, muy despacito, de puntillas.
¿No notas mi aliento en tu nuca?
¿No sientes mis
dedos paseando por tus sienes?
No te muevas, no vuelvas la cabeza, cierra los ojos
y siente mi proximidad.
He venido envuelta en la niebla de tus silencios,
¡que ansias por cobijarme entre tus palabras!
Pero no, permanezco muda,
mientras respiro tu aire.
Ya me voy, tengo que marcharme antes del amanecer,
antes que las estrellas se recojan y dejen de emitir sus guiños,
antes
de que la luz del sol delate mi presencia.
Duerme, ya me marcho, en silencio y de puntillas
igual que llegué.
Ah!, he dejado junto a tu cabecera,
un ramillete de caricias envueltas en primavera,
son las primeras que han florecido este año.
Dicen que son deliciosas para el desayuno.
Me marcho, con las manos vacías
y el corazón repleto de sentimientos,
con el cofre de los besos sin abrir,
¿qué voy a hacer con tanto amor?,
dime, ¿qué puedo hacer con él?
Arriba
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