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DESASOSIEGO
Se
pega a sus pestañas la tenue luz de otro amanecer,
cuando
las estrellas, aún soñolientas, emiten sus últimos guiños.
Entre
las sábanas se ocultan las caricias de nadie,
perezosas y obstinadas
por
inventarse realidades detrás de la carencia de tanto tiempo.
La
necesidad acucia los sentidos, inflando el vientre de deseos,
cuenta
y finge mil historias que ni ella misma se cree.
Le
asustan los buitres que revolotean alrededor, a la espera de su presa.
Siempre
desconfiada, siempre temerosa.
¡Marchaos!
–grita la esperanza.
¡Dejadme!
– suplica el miedo.
Mientras
el cansancio arroja la toalla.
El
globo está a punto de estallar, repleto y debilitado por el
esfuerzo
de guardar cada día tantos sentimientos.
¿Guardados
para quién?
Si
supieras leer en sus pupilas, descifrar sus suspiros,
escuchar,
sus
silencios...
Pero
nadie pasa nunca por la acera de la soledad.
Eleva
la cabeza esperando un beso que no llega,
mientras juguetean sus
manos con las palomas,
que se entregan generosas agradeciendo
sus
caricias.
Fuera,
el viento. dibuja como al descuido, una leve sonrisa.
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