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DESASOSIEGO

Se pega a sus pestañas la tenue luz de otro amanecer,
cuando las estrellas, aún soñolientas, emiten sus últimos guiños.

Entre las sábanas se ocultan las caricias de nadie, 
perezosas y obstinadas

por inventarse realidades detrás de la carencia de tanto tiempo.

La necesidad acucia los sentidos, inflando el vientre de deseos,
cuenta y finge mil historias que ni ella misma se cree.

Le asustan los buitres que revolotean alrededor, a la espera de su presa.
Siempre desconfiada, siempre temerosa.

¡Marchaos! –grita la esperanza.
¡Dejadme! – suplica el miedo.
Mientras el cansancio arroja la toalla.

El globo está a punto de estallar, repleto y debilitado por el
esfuerzo de guardar cada día tantos sentimientos.
¿Guardados para quién?

Si supieras leer en sus pupilas, descifrar sus suspiros, 
escuchar, sus silencios...
Pero nadie pasa nunca por la acera de la soledad.

Eleva la cabeza esperando un beso que no llega, 
mientras juguetean sus manos con las palomas,

que se entregan generosas agradeciendo sus caricias.

Fuera, el viento. dibuja como al descuido, una leve sonrisa.

  

Marila

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CUANDO YA NO ESTÉ
 

¿Dónde se acunarán mis versos, el día que yo me vaya? 
¿Quién guardará mis secretos y respirará con mis suspiros? 
¿Quién escuchará mis silencios?  

Se disolverán en el mar las frases que no dije,  
morirán conmigo los besos que no di.
Cantaré nanas a los hijos de mis sueños inconclusos,  
mientras me baño entre las olas de un mar de aguas silenciosas que llorarán sal con mi partida. 

¿Quién susurrara en mis oídos un te quiero  
y rozará mis labios con un deje de tristeza? 
¿Quién preñará mi vientre de deseos  
y colmará mis anhelos de ilusiones? 
¿Quién guardará mis pinceles tan queridos  
y descansará su mirada sobre el lienzo inacabado? 
¿Quién pronunciará mi nombre en oración, y cerrará mis ojos antes de que mi cuerpo frío yazca inerte? 

Replegadas las alas del mañana,  
vagaré por valles de nuevos verdes,  
mientras una brisa generosa mecerá mis deseos insatisfechos y beberá lágrimas arrepentidas. 
 
De nada valdrá encender cirios de falsas penas, 
ni poner flores alrededor de mi tumba.  
Guarda tu llanto, ya no podrá limpiar las heridas que la mentira me abrió en el alma. 

Y a los que de verdad me amaron:  
sonreíd, cantad, estad contentos. 
Buscadme allá detrás de las estrellas,  
que hoy por fin, se acabaron mis quebrantos.  

 

Marila

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  DILEMA

Discrepábamos, siempre discrepábamos.
Cuando yo encendía el sol, tú echabas las persianas a tu alrededor.
Sembraba rosas y sólo veías las espinas;
los días azules los cubrías de cuervos, haciendo eternas las tormentas.

Caminábamos en líneas paralelas, como funámbulos equilibristas:
transparente el uno y opaco el otro.

Mis palabras resbalaban por tu indiferencia, sin una razón a la que asirse y, poco a poco, entre las olas, fui ahogando los sentimientos, 
hasta enmudecer a las sirenas escondidas en silentes caracolas. 
Las mariposas, también perdieron sus alas de colores. 
Quise volar y no pude.

Al otro lado: una luz atrayente y el sonido de una voz 
que me llamaba y me llamaba sin cesar, 
siempre con un fondo melodioso y subyugantes que me atraía más y más. 
¡Era tan dulce aquella música!
Allí estaban los besos perdidos, los que no damos, 
los que se quedaron tiritando de frío en los labios ávidos de caricias.

¡Sería tan fácil! Sólo un paso más y sería libre...
Pero la demencia no me dejaba discernir correctamente.
¡Tantas dudas, siempre tantos dilemas y galimatías, tantos miedos!

Quise cerrar el libro, aprender a caminar sola, 
pero sentí que aún llevaba el cordón umbilical unido a ti.
¿Podría arrancarlo?
¿Y si luego me desangraba?
Seguir atada era alargar la agonía de una muerte presentida.

Cobardemente, opté por no hacer nada.

Marila

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 PENSANDO

Mareo ideas y pensamientos formando una argamasa espesa, incongruente y confusa
que se desliza lentamente hasta desembocar en un mar de porqués,
luchando y pretendiendo ocultarse entre la arena.


Quizás estoy equivocada, y los sueños se quedarán siempre flotando en el aire
sin aterrizar nunca en realidades.


Un desasosiego en alza, culmina por pintar mariposas sin alas,
incapaces de remontar el vuelo;
tan incapaces como mis dotes para jugar con las letras y decir algo coherente
o comprender reglas establecidas.


Tan incapaces como mis manos con los pinceles, tratando de plasmar el boceto que hice en la mente, y que termina convertido en un borrón sobre un lienzo.

Quizás soy una mentira que se engaña así misma,
queriendo calzar unos zapatos que le vienen demasiado grandes.

La desesperanza agua mis ojos, y me sorprende la apatía que me grita una y otra vez:
¿Qué haces aquí? No es este tu sitio, no sirves para esto, ¡déjalo ya!

Y, aunque un leve revoloteo ilusorio trata de taponar mis oídos, voy, con cierto temor, reconsiderando la posibilidad de arrojar la toalla y olvidarme para siempre de la pluma y el pincel.

 

Marila

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SIEMPRE PENSANDO

El sol del ocaso, pone una luz anaranjada y especial al entorno.

La brisa del mar, junto al murmullo del ir y venir de las olas,
forman un conjuro mágico que disipa por momentos los absurdos pensamientos que,
a veces,  se asientan posesivamente en mi cabeza,
llenándome de preguntas complejas, absurdas y sin repuestas.

Por la espalda me llega el inconfundible olor a “dama de noche”,
y mientras aspiro hondo, me sermoneo una vez más:

Agradece el momento, la amistad que te brindan, el día vivido...
y deja de buscar tres pies al gato. ¿Vale?

 

Marila

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