Se deslizan suavemente, como
queriendo acaparar todo el silencio de la noche,
de una noche larga y estéril que pasa dejando cercos violetas en
la mirada. Duérmete mi niño, duerme. Que viene la vida arrastrando sus miserias, y no entiende de niños grandes, ni de ojos llenos de esperanzas, que no sabe de pellizcos en el alma, ni de golpes a destiempo. Duérmete mi niño, duerme. |
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Derrapó. Había alcanzado una
velocidad demasiado vertiginosa, volaba hacia un final confuso, que
no se vislumbraba en ningún horizonte.
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Tropiezo, sin previo aviso, con un manojo de contrariedades que se precipitan sobre mi estabilidad emocional. El silencio,
cómplice indirecto, fomenta su expansión, y estas se
agrandan más De nada valen las
inútiles brazadas para mantenerte a flote: sientes que
te hundes, la corriente impetuosa te va arrastrando poco
a poco y deja tu cuerpo desnudo Hay sonidos confusos que nadie parece oír, mientras horribles máscaras danzan en un baile demoníaco arañando tus pupilas. Los monstruos
salidos de imaginarias cavernas te aprisionan con sus
largos tentáculos hasta ahogarte.
Yo conozco el silencio
que no siempre es sinónimo de paz, más bien de muerte,
Vuelapluma de Marisa |
Bajó sus ojos, y su vista de derramó sobre la
cruenta realidad. ¿Qué él se había ido? Quiso gritar, pero optó por quedarse muda. Fue entonces
cuando se miró por dentro, sopesó pros y contras y,
No merecería la pena un desasosiego. Entre aquellos
escombros, que parecían querer demoler su vida, Dijo un adiós
como si fuera un: hasta luego, y cruzó "el momento"
de puntillas Atrás quedarían los restos del naufragio, pero había que seguir hacia delante, y sin correr el riesgo de convertirse en estatua de sal. Lo importante
es que el sol volverá a salir mañana. |
U
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Amanece un
desafinado día:
El pentagrama del
amanecer
Las manos del alba
se muestran indecisas,
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Después de un leve zarandeo, me encontré aterrizando en el aeropuerto de lo cotidiano. Rebusco en el fondo de mi equipaje, el reloj que empezará nuevamente a marcar las horas de... levantarte, trabajar, comer, dormir. ¡Que horror! Volver a tener que respirar con las esposas puestas. Se
acabaron las plácidas mañanas a la orilla del mar, leyendo sin
prisas, saboreando las líneas, mientras esa música celestial para
mi, del ir y venir de las olas pone un marco ideal a mi lectura. Ya
no habrá más puestas de sol que vistan de sangre y oro mi semblante,
que me traiga desde el horizonte la estela que ilumina los ojos
dando una dimensión diferente a mis sueños. He mantenido grandes charlas con las caracolas, he bajado al fondo del mar con las sirenas y he volado incansable con las gaviotas. La
luz del faro, siempre vigilante, me saludaba cada noche, mientras,
tendida sobre la cálida arena, mirando el cielo, recuento las
estrellas que traviesas y cómplices de mis secretos me guiñan una y
otra vez. Se acabó también abrir los ojos cada mañana, estirar las ideas, no tener que sopesar el momento del salto, no había prisas, no había problemas, la red estaba extendida. No me queda más remedio que salir de mis playeras y volver a enfundar mi vida en los zapatos del ir y venir para empezar las carreras del llegar a tiempo. Sólo una compensación a la vuelta: Volveré a cruzarme con tus ojos cada mañana, tropezaré en silencio con esa mirada que llevo cosida en el corazón, sin que tú, ni siquiera lo sospeches. ¡Ya es algo!
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EROS
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EL FUNÁMBULO |
Uno, dos, tres... así, todos en
fila, muy alineados de un extremo a otro. La fila
cinco, empezando por el techo, está reservada a las mentiras. ¡Ufff
hay tantas!: |
A veces, las frases te salpican los oídos aunque
los lleves resguardados con tapones de indiferencia. |
Deseo
insatisfecho en el aire, |
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Me gustaría
diseccionar ese órgano que todos poseen, y que dicen es: 29-nov.-2004 |
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