Quiero y no puedo…
Dicen que querer es poder, pero no, no estoy de
acuerdo:
no salen las palabras cuando quieres que salgan;
bullen de pronto,
pero sólo cuando quieren ellas.
Cuando el ánimo está propicio fluyen casi sin
pensar,
vuelan las ideas que hoy permanecen dormidas.
Tienes la sensación de estar
tarada, de faltarte algo que no sabes qué es.
La coraza se ha cerrado, no
puedes darte con la espontaneidad que tenía, el
temor a volver a sufrir persiste, el recelo te
limita y
recuerdas sin querer recordar.
Tienes, también, esa sensación de
frío que te empuja a acurrucarte
pero, al mismo tiempo, no quieres hacerlo.
Haría falta un
detector de mentiras para saber distinguir las
frases falsas, egoístas,
manipuladoras, demagógicas, de aquellas otras que
salen del corazón, que vienen envueltas en cariño,
que son palabras sentidas de verdad.
Casi es un alivio el agobio de
trabajo, pues no te deja pensar; luego,
llega la apatía indómita y limitativa que se adueña
de tus horas, horas ilusionadas antes, y que ahora
se han convertido en horas vacías, llenas de
palabras huecas.
Buscas un contrapunto,
tiene que haberlo en algún lugar, pero no lo
encuentras.
Te sientes extraña, tímida, y al
mismo tiempo, llena de nostalgias que adormecen
sentimientos.
Y persisten las dudas y los
porqués, mientras se enfrían las sonrisas.
Y para obligarte un poco, viene a
la cabeza, aquella frase...
"Si nunca rompes un racimo de uvas en el lagar,
nunca tendrás un vaso de vino sobre tu mesa" |