EL ADIÓS

Y casi sin darnos cuenta, la tarde se nos echó encima;
la tenue y mortecina luz rosácea del ocaso,
dio un nuevo color a la espera, acariciando la brisa.

Yo había buscado tus ojos mil veces
y mil veces tú, la cabeza me volvías,
esquivabas la mirada para impedir que leyera
lo que de verdad tenías rondando por tu cabeza.

Querías decirme adiós y al mismo tiempo ¡qué pena!
quedar como un gran señor presumiendo de grandeza
y yo que te conocía y antes de tú abrir la boca
sabía lo que dirías.... ya lo sabía de sobra.

Me alcé despacio del banco y me puse frente a tí
inclinándome después hasta lograr coincidir
mis ojos frente a los tuyos, que no pudieron huir,
- dime tan sólo una cosa ¿dime qué soy para tí?.

- "Eres algo muy especial", me respondiste al fin.
- ¿Especial? ¿después de qué?                                
        ¿del trabajo, de tu coche, de tu perro y tus amigos?
¿qué lugar ocupo yo?...¿ me lo podrías decir?.

Tú bajaste la cabeza y yo en bandeja te ofrecí...
- Lo sé desde hace tiempo, no tienes por qué fingir.
-"Adiós", te dije despacio, "no te preocupes por mí"
La tarde se nos echó encima y fue cuando me morí.
                                                                                                                        marila

 

 
             

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