DESPEJANDO INCÓGNITAS
Quiso despejar incógnitas, y desanduvo sobre sus mismos
pasos el camino que un día le llevó hasta tus pupilas.
Pero entre los mapas y planos no guardaba ninguno con
señales de caricias, y acabó perdida en la vorágine de
silencios maltrechos, confeccionados a fuerza de golpes
sobre el yunque que modeló su vida.
Se precipitó corriente abajo, en descenso vertiginoso e
incontrolado.
Asió desesperada la mano que encontró a su paso y que se
le brindaba generosa.
¿Qué podía hacer?
Cerró los ojos dejándose mecer hasta el meandro que
formaban sus sentimientos, ávidos de caricias.
Al alba, el sueño se había esfumado, la noche devoró la
magia, y entre sus dedos retomó trozos de barro, restos
de los añicos en los que se había convertido el ídolo, y
sintió el vacío en las palmas de sus manos.
Limpió la sal que manaba insurrecta y le impedía ver el
sol, y sacó una sonrisa que llevaba escondida en el
bolsillo y se la colgó en la comisura de sus labios.
Nunca más ha querido descifrar los porqués de sus
silencios.
Marila |
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